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¿FRONDOSO PERO SIN FRUTOS?

En términos generales antes de dar fruto hemos de florecer y puede ser que en muchas ocasiones nuestro verde sea nada más externo, pero pueden haber cosas que no esten funcionando que nos impiden dar fruto.

Quienes cultivan aducen que la falta de fruto se puede originar por múltiples factores entre los que se destacan: la falta de luz, agua, un buen abono, o podar correctamente, entre otros; en este mensaje veremos la importancia de adoptar hábitos que nos ayudan a tener una vida llena de frutos.


PALABRA: (Mateo 21:18-22)

Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. 19 Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera. 20 Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera? 21 Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. 22 Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

¿Usted recuerda aquel árbol usado como referencia en el mensaje anterior? (Ver Reverdeciendo por su gracia), ese mismo árbol nos servirá hoy como referencia en este mensaje, recordando que estaba casi muerto, estaba seco con pocas ramas, expuesto a un inclemente sol; pero tras un aguacero empezó a reverdecer.

El hecho de que el árbol hubiese reverdecido no necesariamente implica que dé frutos, de hecho en nuestros pininos de cultivador hemos fracasado en el intento de ver fructificar árboles y es muy grande la decepción al saber que el esfuerzo, tiempo, y dedicación se pierde cuando no ves el fruto que debería ver.

Tengamos muy presente que la vara de Aarón no sólo reverdeció, sino que floreció y dio fruto (Ver Números 17:8), eso es lo que se espera de nuestra vida, ha de ser fructífera, floreciente y eso a causa de la presencia de Dios en nosotros.

El fruto es demandado

Cuando se ve un árbol frondoso, uno se imagina que tiene fruto, así que se generan expectativas enormes que se convierten en decepción inmensa si a medida que pasa el tiempo se evidencia que el árbol no da fruto.

No hablo precisamente de aquellos casos en los que un árbol, dada su naturaleza, se demora para dar frutos; hablo de aquellos casos en donde a su debido tiempo el árbol tiene apariencia verde, pero no da fruto.

Las plantas son seres autótrofos, pero su naturaleza no es egoísta, es decir, que además de producir alimentos para sí misma, debería producir para los demás; en esencia sin fruto una planta no sirve, porque el fruto que brota se da para bendecir a los demás.

De la misma manera es la vida de un creyente, se espera que un creyente dé fruto, que todo a su alrededor sea beneficiado a causa de lo que ha producido su transformación, un creyente debería poder dar fruto en todas las facetas de su vida.

El mismísimo Jesús se enojó, se decepcionó al acercarse a una higuera que en teoría debería dar frutos y no pudo saciar su hambre. Hasta ese momento todas las palabras que había proferido Jesús habían sido para bendecir, esa fue la primera palabra en la que mostró su ira y su juicio, así que detrás de eso debe haber un mensaje de gran relevancia: dicha importancia radica en que Jesús está esperando que nosotros demos frutos.

La higuera es una planta simbólica de Israel, y en esta historia está simbolizando la hipocresía de aquellos que tienen una apariencia de ser fructíferos, como los fariseos, pero son faltos de amor, de piedad y de misericordia.

Las consecuencias de no florecer

Si usted fuera el dueño de un negocio dedicado al cultivo que tiene como meta maximizar la productividad de cada metro cuadrado de tierra, ¿que haría con aquellas plantas que no dan frutos?.

Jesús (Dios Hijo) referenció una parábola que podemos encontrar en el libro de Lucas 13:6-9 y que nos enseña cuál es la decisión de quien es encargado de emitir juicio: Jehová (Dios Padre); si alguien no se deja guiar y regenerar por el Espíritu Santo (Dios Espíritu) para tener una vida fructífera

6 Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. 7 Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? 8 Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. 9 Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.” (Lucas 13:6-9)

El señor de esta parábola, es un Señor de juicio que está esperando que todo lo de su viña dé frutos, también podemos ver que el viñador intercede, haciendo la solicitud de aumentar el plazo por un año, también con la expectativa que diera fruto para no ser cortada.


El viñador seguro tiene cuidado y gran misericordia, pero llegará el día del juicio donde se le exigirá a la higuera que dé fruto.


Los cuidados necesarios para dar frutos


Proporcionar el agua adecuada


Nos quedó claro del mensaje pasado que el agua simboliza al Espíritu Santo de Dios, a Él solo podemos acceder a través de Jesús, cuando lo aceptamos y lo hacemos el Señor y dueño de nuestra vida.


Pero no es un tema de una sola vez, para florecer y dar frutos se requiere un acto voluntario de exposición constante al Espíritu Santo, se requiere un flujo constante de su influencia que nos infunde aliento y nos da la fe necesaria en los tiempos difíciles.


Se requiere que nuestras raices vayan a la profundidad, de manera tal que cuando la superficie esté seca; del buen depósito, se obtenga lo que es debido, que nos permita aun en el año de la sequía no fatigarse, ni dejar de dar frutos


"7 Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. 8 Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto." - (Jeremías 17:7)

A diferencia de una planta normal aquí no importa una sobreexposición al agua (Espíritu), el exceso de agua es muy perjudicial para algunas especies y llega hasta generar la muerte a algunas plantas; esto no aplica en nuestra analogía, donde en el plano espiritual podríamos tener exceso del Espíritu Santo y entre más tengamos, mucho mejor.


Podar con la frecuencia adecuada


Debemos aprender a podar con frecuencia y en los tiempos indicados, podar significa sacar de nuestras vidas aquellas cosas que contristan al Espíritu Santo: mentiras, pleitos, contiendas, adulterio, inmoralidades sexuales, engaños, corrupción, etc.


Podar es quitar aquellas ramas que contienen hojas que por su condición impiden captar la luz de Jesús en nuestras vidas, cuando esas cosas crecen mucho te impiden que ver a Jesús, por más que vayas a la iglesia o te conectes al grupo de esperanza, o atiendas las convocatorias a ayunos o vigilia, no podrás percibir la luz de Jesús.


Hacerlo en el tiempo preciso es muy importante es mucho más fácil podar cuando apenas empieza a brotar lo malo; pero cuando dejamos que tome fuerza en nuestras vidas a lo mejor podarlo significa arrancar también parte de lo bueno, en un proceso que normalmente suele ser muy doloroso.


"8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos" (Colosenses 3:8-9)

Exponer a la luz de Jesús


Jesús es luz por lo que es necesario exponerse a sus enseñanzas, se requiere conocer sus mandatos, imitar su estilo de vida, conocer y hacer su voluntad.

12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Juan 8:12)

Las plantas sin luz no pueden generar el proceso de fotosíntesis para producir la energía suficiente para reproducirse a través de los frutos.


De hecho vemos cómo en nuestra exuberante selva chocoana las plantas se compiten por la luz, desarrollando enormes alturas para dominar en la selva, las que no pueden crecer deben desarrollar hojas anchísimas que le ayuden a capturar algo de lo que se le escapa a las más altas. Nosotros deberíamos competir sanamente por exponernos a la luz de Jesús, esto haría de esta casa una casa vigorosa y sana.


En el mundo natural existen unos componentes llamados fitohormonas que indican, de acuerdo a la temporada, qué tanto nivel de agua o qué tanta exposición es la luz entre otros factores está percibiendo la planta, para que así sepa cuando es su tiempo de florecer y de dar frutos.


Nuestra evaluación diaria debería advertirnos cuándo nos falta la presencia del Espíritu Santo, cuándo hace falta la oración o escudriñar la palabra y conocer la voluntad de Jesús.


Inactividad Fisiológica


Los árboles empiezan a reverdecer y alistarse para dar fruto en la primavera cuando el radiante sol empieza a mostrarse, recordemos que esta estación es precedida por el invierno, donde hay poco sol y las condiciones no son ideales para que las plantas produzcan alimento; por esa razón permanecen en un tiempo de dormancia.


A veces es tanta la atención al cuerpo que no tenemos ni siquiera espacios para darle el espíritu lo que es necesario. Llegan tiempos de mucho cansancio en el que necesitas que tu máquina corporal esté alineada con el espíritu y coopere para poder llegar a dar frutos.


En la historia de la creación, encontramos un día de descanso, así también es requerido en nuestras vidas para recuperar fuerzas, nada tiene que ver esto con la pereza, es necesario hacer una pausa para poder retomar con mayor eficiencia las cosas.


2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. (Génesis 2:2-3)

Conclusión

Dios conoce el corazón de los hombres, puede el hombre parecer frondoso pero lo que verdaderamente a Él le importa es que tu vida esté dando frutos, frutos que evidencien tu generosidad porque bendicen a todos los que están a tu alrededor.


Preguntas para reflexionar

  1. ¿Qué cuidado debes considerar ahora en tu vida para dar frutos?

  2. ¿Ha faltado exponerte a la presencia de Dios?

  3. ¿Has podado de tu vida lo que no es de Dios?

  4. ¿Has postergado por mucho tiempo el descanso?

¿Qué te ha hablado el Espíritu Santo?


IMPORTANTE: Lo que sea que el Espíritu Santo te instruya genera un plan de acción y rinde cuenta a algún compañero de grupo, líder, o pastor.

Comparte alguna de tus impresiones con tus compañeros de grupo, y pide apoyo en oración en caso de requerir.

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