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ENFRENTANDO LA BATALLA

A propósito de la conmemoración del próximo 7 de agosto, la “Batalla de Boyacá” reconocida como la confrontación más importante dentro de la guerra de la independencia de Colombia, recordamos al general Simón Bolívar, por su osada lucha que, junto a muchos otros hombres lograron independizar a la Nueva Granada, hoy, nuestro país Colombia.

Una batalla, se define como un combate, una pelea, una lucha, dentro de una guerra; cuyo fin, para cualquiera de las dos partes, será siempre prevalecer.

En la Biblia, el manual de vida para el creyente, Dios nos enseña que desde el principio y una vez entró el pecado al mundo, la gran creación de Jehová Dios, ha tenido que batallar con el pecado, una lucha constante, la cual solo los hombres podremos ganar sí, o sí, nos rendimos al Señor y anhelamos su bendición.


PALABRA: (Génesis 25 : 19 - 23)

“Estos son los descendientes de Isaac hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, 20 y era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo. 21 Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer. 22 Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová; 23 y le respondió Jehová:

“Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;

El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor”.

Dios se reserva la persona, el tiempo y la manera


Comenzamos esta enseñanza, engrandeciendo el nombre de Dios todopoderoso, ya que él se reserva el tener misericordia, de quien él quiere, pues en su palabra nos señala: "Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia". (Romanos 9:15-16)

Dios un día decidió señalar que el “mayor, serviría al menor”, escogiendo pues a Jacob para mostrar su gloria y su poder; nos deja ver el detalle, de cómo este hombre, junto con su hermano Esau, inclusive, antes de ser concebidos, tuvieron que luchar con algo que a mediano y/o a claro plazo, parecía imposible: procrear, tener hijos; dice la palabra de Dios que Isaac, oró por su mujer que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer. (Génesis 25:21).

Aunque entendemos en lo secular lo que el anterior párrafo significa, en lo espiritual, la persona del Espíritu Santo quiere revelarnos que, así mismo, habiendo sido tu y yo escogidos por Dios para toda buena obra, existe un enemigo que se opone al plan de Dios; razón por la cual vemos a muchas personas que aunque asisten a un grupo, a una congregación y/o iglesia, inclusive, haciendo la oración de fe, no logran tan siquiera concebir y dar a luz.

Aquí quisiera llamar su atención, Dios se reserva el tiempo y la manera, tú y yo debemos creer y perseverar en la lucha tal como este hombre y esta mujer de fe.

Sin importar la duración de la batalla, no puedes dejar de creer.


El deseo de Dios es que vivamos, el propósito del malo es que ni siquiera concibamos para poder nacer a la luz a la cual hemos sido llamados usted y yo; la lucha es constante, puede durar días, meses o años, a Isaac y a Rebeca, les costó 20 años:

El inicio: "20 y era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo." (Génesis 25:20)

El Final: 26 Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz (Génesis 25:26)

En ocasiones tan solo llevamos un día asistiendo a la iglesia, o dos meses batallando con una situación de enfermedad o de un divorcio, queriendo echar para adelante un negocio, o luchando con la desobediencia o vicio de un hijo, un padre o un hermano, etc; y ante el primer ataque del maligno, nos echamos para atrás y nos damos por vencidos.

Hoy queremos animarte a la luz de esta poderosa palabra del Señor, a hacerle frente a cada batalla que ahora mismo estés librando, que lo hagas a la manera de Dios: en oración.

Aunque a Jacob no lo vemos orando en un principio, en él podemos observar que su deseo era obtener a como diera lugar su bendición, y aunque no justificamos con esta afirmación los medios que utilizó para ello, si reconocemos que Dios es poderoso para hacer un cambio en nosotros que de gloria y honor a su nombre.

Así pues perseveró Jacob, Dios miró en lo profundo de su corazón su deseo, la disposición que hubo en este para hacer siempre lo que hubiera que hacer, con tal de ser bendecido: obedeció a todo lo que su padre y su madre le dijeron, obedeció a Labán su tío en todo, con tal de tener a la esposa que quería y también a Dios.

Jacob es el hombre que da nombre al pueblo de Dios: Israel, del cual, espiritualmente hacemos parte tu y yo; pero esto solamente ocurre cuando reconocemos nuestras debilidades, nos sometemos a Dios y nos abandonamos en su gracia.


"Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido." - Génesis 32 : 28


Los motivos que vemos a la luz de la palabra para que este hombre hubiese vencido, son claros: Peleó y venció; sin embargo sus luchas no terminaron: luchó con Labán su suegro, para poder irse a la casa de su padre, tuvo que batallar con el temor al salirle al encuentro su hermano Esaú, en su plan retorno; pero siempre Dios estuvo con él, pues aprendió que las batallas se enfrentan en oración, pidiéndole a Jehová su Dios como se evidencia en la escritura:

"E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios." Génesis 28:20

En mi caso, tuve que batallar por algún tiempo con unos quistes en mi seno izquierdo, y aunque oraba a Dios, en ocasiones experimenté momentos de angustia repentina; sin embargo, me fortalecía en el Señor y en el poder de su Palabra; para hoy, bendito sea el Señor, he ganado por Él, pues mientras elaboraba este texto hice una pausa para atender una cita pendiente con el médico tratante que no veía desde hace ya casi cuatro años, para llevar a cabo un control que debía haber hecho cada año fielmente.

Luego de la revisión y a través del médico, el Señor me afirmó diciéndome: “usted es una mujer de gran fe! si continúa con la misma fe! vuelva cuando quiera y no cuando le digan.”


Ahora, te invitamos a atender bien: no todas las batallas se ganan, es solo que debemos enfrentarlas reconociendo siempre nuestras debilidades delante de Dios Padre, y estando siempre dispuestos desde el corazón al trato que Él desee hacernos como sus hijos.

Al deshacerse mi primera unión con el que hoy día es mi pastor y esposo, pudiera haber pensado que había perdido la batalla; sin embargo, Dios en su infinita misericordia nos lleva a entender que Él tiene un tiempo y una manera para pelear la batalla; simplemente era necesario que Dios, el Señor, trate con nosotros, logrando así transformar, nuestro carácter para su gloria y honra.

No importa, si perdiste algo, si utilizaste los medios inadecuados, si fallaste, Dios es poderoso para pelear por nosotros la buena batalla, la de la fe.


Conclusión

Debe existir una única manera de enfrentar las batallas para el cristiano, creyente: la oración, acompañada siempre del deseo genuino de obtener de Dios Padre su bendición (aquella que enriquece y no añade tristeza con ella. Proverbios 10 : 22)


Jacob aprendió bien del Señor, su Dios Padre, que todas las cosas que acontecieron en su vida, le ayudaron para bien, y bien bendito que fue, pues aunque la promesa de ser padre de multitudes se le hiciere Dios en principio a su abuelo, fue realmente en él que se cumpliría, luego de vencer grandes batallas, claro está.


¿Qué te ha hablado el Espíritu Santo?

  1. ¿Cuáles son esas batallas que usted ha enfrentado o está enfrentando actualmente? escríbelas y menciónalas, haga una breve oración hoy poniéndolas delante del altar de Dios.

  2. ¿Puedes conocer los motivos que te han hecho perder y/o abandonar alguna batalla?

  3. ¿En qué campo está enfrentando sus batallas? ¿en el de la fe o en cuál?,

  4. Comienza a confiar hoy más en Jehová, tu Dios, Señor y ayudador.

Comparte alguna de tus impresiones con tus compañeros de grupo, y pide apoyo en oración en caso de requerir.

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